Epale ChávezA las 4:00 de la tarde del 5 de marzo, el cielo caraqueño empezó a oscurecerse, una brisa fría se imponía a las horas de calor intenso con las que había arrancado el mes. *
Una atmósfera triste se fue apoderando de las oficinas, de los pasillos, de las calles, aceras, de las salas de la casa. Las voces siempre entusiastas de los venezolanos iban acallándose, como si una fatalidad se cerniera rápidamente. Los ojos miraban escrutando el cielo, la brisa soplaba fuerte. Alguien dijo: “va a llover” y le replicaron “cuando hay viento fuerte, no llueve, se disipan las nubes. Lo que hay es frío”.
Pero la lluvia cayó fuerte, con dureza sobre Caracas. El viento la hacía colar por las ventanas y rociaba a los incrédulos. Intenso aguacero que se prolongó por unos 25 minutos, hasta las 4:25 de esa triste tarde, luego fue amainando hasta convertirse en rocío melancólico, al que siguió una niebla dolorosa, tensa.





