Yasser Arafat
Autor: Pedro Ríoseco López-trigo
Las denuncias del líder palestino Yasser Arafat siguen vigentes
El primer presidente de Palestina, Yasser Arafat, falleció el 11 de noviembre de 2004, a los 75 años, en el Hospital Militar Percy, en París, Francia, luego de un mes de enfermedad, presuntamente a causa de envenenamiento por polonio, un raro metaloide altamente radiactivo solo aislado en países desarrollados
A 18 años de lo que muchos en el mundo calificaron de asesinato ordenado por los servicios de inteligencia de Israel y Estados Unidos, la autopsia solicitada por su esposa y realizada finalmente en agosto de 2012, luego de exhumarlo de su mausoleo en Ramala en presencia de equipos internacionales de científicos de Suiza, Francia, Palestina y Rusia, no conllevó un proceso judicial.
Según el informe del equipo suizo, fragmentos de huesos tomados de las costillas y la pelvis, así como tejido de la cavidad abdominal, mostraron una actividad «sorprendentemente alta» de polonio 210, y escribieron que «por definición, indican la participación de una tercera parte». Por su parte, tanto el equipo ruso como el palestino determinaron que Arafat «no murió de enfermedad ni vejez, sino a causa de un material venenoso».
Los resultados de la investigación encargada por la justicia francesa excluyeron que muriera envenenado, sin embargo, el científico forense británico David Barclay, quien estudió el reporte sobre el deceso del Premio Nobel de la Paz de 1994 aseguró: «Basándome en mis décadas de experiencia y con las evidencias por delante, no tengo ninguna duda de que una dosis letal de Po210 había sido administrada o había sido ingerida por Arafat en 2004, lo que provocó su muerte». «Una prueba concluyente es el hecho de que el polonio encontrado en el cuerpo exhumado de Arafat fuera 18 veces superior al normal», sentenció.
La realidad incuestionable es que la existencia de Arafat significaba un desafío para Israel, pues era identificado a nivel mundial como líder indiscutible del pueblo palestino, sobreviviente a disímiles atentados, exponente de un laicismo que imposibilitaba presentarlo como un islámico extremista, y la vigencia de su pensamiento y denuncias han sido corroboradas por la historia.
Una muestra de lo anterior es la entrevista realizada a Arafat en su despacho subterráneo en Beirut, tras los bombardeos israelíes a los barrios de refugiados palestinos Sabra y Shatila en la capital de El Líbano durante los días 16, 17 y 18 de septiembre de 1982, por dos periodistas cubanos, el que suscribe, entonces periodista de la revista Bohemia, y el querido amigo ya fallecido Ruddy Casals, enviado especial del periódico Granma.
En esa entrevista, publicada en Cuba por ambos medios, Arafat calificó la prolongada agresión de Israel como «una guerra de aniquilamiento, para la Revolución Palestina, la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) y para los pueblos palestino y libanés, por francas órdenes norteamericanas». Y subrayó que «en esta guerra se utilizaron las armas norteamericanas más modernas, incluso armas prohibidas internacionalmente, que descargaron su infierno contra civiles» y precisó que «no es la fuerza israelí solamente, son los armamentos norteamericanos utilizados por los israelíes, son las órdenes norteamericanas ejecutadas por Israel».
Denunció que «nuestra nación árabe está afrontando el desafío de ser o no ser. Hay algo muy peligroso, nuestros niños están amenazados, nuestro futuro también y, más importante aún, eso le digo a todos los hombres libres y honrados de este mundo, es que amenazar la seguridad en el Medio Oriente es amenazar la seguridad en el mundo». «Hay una decisión norteamericana para seguir la conspiración de Camp David» y afirmó que en el entonces presidente de Estados Unidos, Ronald Reagan, se nota «una arrogancia, un desprecio a todos los principios morales y a las resoluciones de las Naciones Unidas».
Precisó, además, que «nuestros pueblos palestino y libanés, tanto dentro de los territorios ocupados como fuera de ellos, viven en circunstancias muy duras y enfrentan una opresión permanente de los ocupantes israelíes y un sistemático terrorismo de Estado», y le preguntó entonces al mandatario norteamericano «¿quiénes son realmente los terroristas? Es que acaso son la Unión Soviética, la OLP y Cuba. O son Israel y detrás de ellos Estados Unidos».
Arafat explicó ese interés obsesivo porque «la Revolución Palestina es un factor estratégico de cambio en el Medio Oriente, por eso la concentración imperialista, colonialista y sionista sobre esta zona es muy grande», para reiterar que seguirían luchando, sin miedo, «porque la voluntad de los pueblos no puede ser vencida, y nuestros enemigos van contra la corriente de la historia. El tiempo siempre es el aliado de los pueblos», enfatizó.
A 41 años de esa entrevista, las palabras de Arafat retoman las denuncias del Estado Palestino en Naciones Unidas y sus denuncias sobre los verdaderos terroristas les son muy cercanas al pueblo cubano, que siempre defendió sus justas demandas y condenó los crímenes impunes contra su sufrido pueblo.