La Kora uno de los más populares instrumentos musicales de África
Como el coche mágico de Cenicienta, el instrumento musical conocido como kora surge de la socorrida calabaza que también alimenta a la empobrecida población de África Occidental, donde deviene imprescindible en la mesa cotidiana.
Entre sus excepcionalidades sobresale la de que un músico experimentado puede tocar con ella, al mismo tiempo, sonoridades como el ostinato (repetición insistente en una obra) y los solos improvisados, en lo cual influye que 11 de sus 21 cuerdas tradicionales se tocan con la mano izquierda y 10 con la derecha.
Mezcla de arpa y laúd, el intérprete utiliza para pulsarlas en forma rítmica solo el dedo pulgar y el índice de ambas manos, mientras los restantes dedos se sujetan a dos maderos situados a ambos lados de las cuerdas.
La kora es uno de los instrumentos africanos más conocidos en la región, sobre todo en Senegal, Costa de Marfil, Malí y Guinea (Conakry) y su empleo está ligado a la tradición de los llamados griots o jelis (djeli o djéli en francés), juglares, trovadores, poetas y narradores cuyos textos sintetizan el legado oral y la memoria de sus pueblos.
Instrumento musical infaltable en ceremonias, reuniones y fiestas, a veces acompañado de otros como el balafón (instrumento idiófono con teclado de madera), su afinación se realiza mediante el desplazamiento de anillos de cuero a lo largo del puente para lograr una de las cuatro escalas de las siete notas.
La fabricación de la kora sigue el clásico empleo humano de elementos del entorno para satisfacer sus necesidades, pues a una mitad del fruto de la calabacera se le añade una cubierta de cuero de res para completar la caja de resonancia, y un puente de madera con muescas para transmitir la vibración de las cuerdas sujetas a un mástil. Aunque al principio esas cuerdas eran finas tiras de tripa de cuadrúpedos como el antílope, hoy día son por lo general las habituales del arpa, o tanzas de nylon para pescar, muchas veces trenzadas para conseguir un mayor grosor.
Versiones modernas como las de la región sureña senegalesa de Casamance añaden hasta cuatro cuerdas para el bajo. Algunos de sus principales intérpretes la ubican “entre arpa, guitarra española y bajo”, entre ellos el senegalés Djiby Cissokho, quien también la caracteriza de “instrumento del corazón de África”. Cissokho, por cierto, es uno de los creadores de la región que demuestra las posibilidades combinatorias de la kora con otros ritmos, pues su música se basa en la fusión de la música ancestral africana con ritmos como soul, reaggae, funky y otros de origen latino. La lista de los grandes músicos africanos de la kora está integrada también por el lutier gambiano Alieu Suso.