Misiles de la defensa israelí –la llamada Cúpula de Hierro– interceptando ayer los cohetes de Hamas sobre el cielo de Ascalón, al sur de Israe
Una nueva línea roja fue traspasada anoche por las milicias palestinas de Gaza al lanzar simultáneamente 130 misiles contra Tel Aviv, y ya de madrugada, 110 más, junto a otros 100 con destino a Beerseba. Varios de ellos lograron burlar las baterías israelíes –la Cúpula de Hierro– e impactar en diferentes localidades del centro de Israel y en Beerseba. Una mujer pereció en un ataque en Rishon Letzion, elevando a cinco el número de israelíes fallecidos ayer bajo los misiles –dos en Ascalón–, a los que hay que añadir 48 palestinos muertos, de los cuales catorce son niños y tres mujeres, y 296 heridos en Gaza.
Esta mañana, se registran nuevas víctimas a ambos lados de la raya de Gaza. En el enclave, un coche fue alcanzado por la aviación israelí, matando a sus cuatro ocupantes -entre ellos una mujer- e hiriendo a tres personas más. En la misma raya, un proyectil antitanque dirigido contra un jeep militar israelí habría matado a un ocupante y herido a otro. Mientras que en disturbios de madrugada en Cisjordania, trascendía la muerte de un adolescente y de un joven palestinos por disparos del ejército, en dos incidentes distintos, veinticuatro horas después de otra muerte en circunstancias parecidas.
A lo largo del día de ayer, las salvas contra Ascalón y Sederot, ciudades casi pegadas a la franja de Gaza, insinuaban contención pese a su intensidad, tras la sorpresa del día anterior en Jerusalén.
Al ponerse el sol se vio que era una ilusión y que ambos bandos se encaminan hacia una guerra abierta. Un autobús en Jolón, al sur de Tel Aviv, estalló tras ser alcanzado de lleno, hiriendo a tres pasajeros.
También se registraron explosiones en otros puntos cercanos, como Guivatayim o Herzliya, barrio acaudalado al norte de Tel Aviv. El aeropuerto Ben Gurion estuvo paralizado unas pocas horas, recuperó la normalidad y luego volvió a cerrar de madrugada ante un segunda salva que impactó aún más cerca, en Lod y otras localidades. En un primer cómputo, habría que lamentar en la zona más de una decena de heridos, además de la fallecida ya citada, de 50 años, dos más en un pueblo junto a Lod. Se trataría de un padre y de su hija de dieciséis años, que desayunaban antes de empezar el ayuno de Ramadán.
La inédita lluvia sobre Tel Aviv con nuevos modelos de misiles era la represalia precisa con la que Hamas había amenazado a Israel en caso de que bombardeara el edificio residencial donde mantiene sus oficinas.
Sin embargo, poco antes de las nueve de la noche, tras mediar un aviso de desalojo, la aviación israelí convertía en escombros la torre Hanade, de 13 plantas. Otro edificio cercano, que acoge a varios medios de comunicación, recibía idéntico aviso poco después.
Poco antes de las 3 de la madrugada, era igualmente destruido, originando una nueva represalia en forma de salvas de proyectiles. Según la propia Hamas, 110 hacia Tel Aviv y su aeropuerto y 100 hacia Beerseba, la ciudad del Neguev, haciendo aullar las alarmas y, en contados casos, provocando víctimas y destrucción.
En esta última ciudad se registraron las dos primeras víctimas mortales israelíes, llevando al primer ministro Netanyahu a prometer ataques “más frecuentes y de mayor intensidad” en Gaza. “Pagará muy caro” por sus misiles, dijo, mientras que el jefe político de Hamas, Ismail Haniyeh, respondía que están preparados para cualquier eventualidad: "Para una escalada o para poner freno ", cargando la responsabilidad en Israel.
El movimiento islamista Hamas, como es sabido, administra el territorio bloqueado de Gaza, abrumado por dos millones de habitantes -muchos de ellos desplazados- desde que se impuso en las elecciones de hace quince años.
Su frente militar, la brigada Al Qasam, dio anteayer el disparo de salida de la actual escalada, al lanzar siete misiles contra el oeste de Jerusalén, sin causar víctimas. Desde entonces, sucesivos raids aéreos israelíes sobre posiciones de Hamas en Gaza, así como de Yihad Islámica, han matado a por lo menos 28 palestinos, entre milicianos y civiles, diez de los cuales serían menores. Entre los muertos, se cuentan siete miembros de una misma familia.
Asimismo, la lluvia persistente de proyectiles gazatíes, ahora de corto alcance, ha provocado ya dos muertes en el sur de Israel. Se trata de dos mujeres. Una de ellas, una empleada doméstica india que fue alcanzada mientras hablaba con su marido en Kérala por videollamada. El servicio de ambulancias responsable de la martilleada Ascalón las ha declarado como fallecidas por cohetes que impactaron en dos viviendas. También una escuela, vacía, sufrió daños, así como el depósito de una petrolera.
Estos, un 21% de la población, también se han manifestado intensamente y a pedradas. En la ciudad segregada de Lod, uno de ellos fue tiroteado mortalmente y dos residentes judíos fueron detenidos. Su funeral, ayer, terminó con un coche patrulla en llamas y medios israelíes hablan de sinagogas en llamas. Una tercera intifada ha dejado de ser inimaginable.
Tanto es así que, ya de madrugada, Netanyahu ha decretado el estado de excepción en Lod -una medida a la que no se recurría desde los años Sesenta- para frenar los desmanes. La misma Policía de Fronteras normalmente desplegada en la Cisjordania ocupada y cuya actuación en la explanada de las Mezquitas ha hecho correr tanta tinta, ya está en camino .
Mientras tanto, 5.000 soldados reservistas israelíes han sido llamados a filas, ante la esperada caída de nuevas líneas rojas. El emisario de la ONU para Oriente Próximo, Tor Wennesland, ha llamado "a todas las partes" a "un alto el fuego inmediato" a fin de evitar "una guerra a gran escala".
En esa ciudad, así como en Sederot, la población –mayoritariamente judíos cuyos padres o abuelos hablaban árabe– tuvo que precipitarse continuamente hacia los refugios, por el ulular constante de sirenas antiaéreas. Pese a lo cual se registraron más de 70 heridos, después de que varios proyectiles lograran burlar la Cúpula de Hierro.
En Gaza, el número de civiles heridos supera los 150. Israel, que cuestiona las cifras del Ministerio de Sanidad palestino, ha bautizado la misión como Guardián de las Murallas. Asegura haber eliminado a un responsable de balística de la proiraní Yihad Islámica, así como a otros tres comandantes guerrilleros –dato confirmado por la propia milicia–, entre una quincena de operativos.
Hamas, por su parte, ha bautizado como operación Espada de Jerusalén su campaña, responsabilizando a las fuerzas de seguridad israelíes por no abandonar el barrio jerosomilitano de Sheij Yarrah –en lucha contra los desahucios– y la explanada de las Mezquitas, donde habían causado heridas a más de setecientos manifestantes y alborotadores palestinos desde la noche del viernes.
Casi nadie esperaba el golpe de efecto de Hamas, que abortó la provocadora Marcha de la Bandera y forzó la evacuación de la Kneset. Y que descoloca al desparecido presidente palestino Mahmud Abas, que acababa de posponer nuevamente las elecciones.
El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, sabe que la actual escalada hace aún más difícil un acuerdo transversal para desalojarlo del poder. Aunque sus detractores todavía tienen tres semanas para intentar la investidura y evitar las quintas elecciones que él desea, desde el banquillo de los acusados.
Estas serían inevitables tras una réplica de la cruenta operación Plomo Fundido, del 2008-2009, con invasión de Gaza incluida. Algo de consecuencias impredecibles, puesto que en estos días de Ramadán, no solo los palestinos de Cisjordania y Gaza se han solidarizado con sus hermanos de Jerusalén Oriental, sino también los de Israel.
Fuente: La Vanguardia
Publicado por AiSUR
Premio Nacional de Periodismo Necesario Anibal Nazoa 2020