Amorosa Nochebuena | Dibujo de Vargas
Llegué a la casa corriendo a escribir sobre niñas y niños porque este fin de semana es para ellas y ellos. Y no voy a decir lo que siempre decimos. Eso de que todos los días deberían ser para las niñas y los niños. Es que sé que hay nos cuantos reconcomiados por ahí porque esta no será como otras Navidades. Maga no pudo comprar los juguetes de sus chamos. Tampoco le llegaron los prometidos en su trabajo. Sé que estamos un poco apretados porque la cosa no es juego. Pero estamos aguantando la pela.
Por su mente no pasan las muñecas de trapo ni los juguetes tradicionales que se pueden hacer a mano, reciclando, artesanalmente pues. Los papagayos y las zarandas, por ejemplo. Tal vez sí pasan por su mente pero con qué tiempo si entre el trabajo y las aventuras del ferrocarril se le va la vida. Seguramente ya resolvió. Entre ella y su marido algo habrán inventado para comprar. Siempre para comprar. Hay que comprar. Siempre preguntamos ¿cuánto te costó? Estamos condicionados. ¿Qué me compraste? preguntan los niños. Es el rollo entre el “ser” y el “tener” del que anda hablando Ovilia por ahí.
Y resulta que hasta un cuento es buen regalo, basta incluir sus nombres y ponerlos a ellos como personajes y cantar y teatrear... O una canción. Todas las mamás cantan bonito así no hayan cantado nunca en la vida. Es la voz de la madre, es el mensaje que va en la canción, es la conexión natural. ¿Cómo decirles este secreto a todas las maes? Jóvenes, viejas, no importa. Y los papás también. Lo que pasa es que todavía no estamos acostumbrados al papá tierno con sus bebés. No hay nada más tierno que el negro Bola de Nieve cantándole a su negrita. ¿Será que se la cantaba cuando ya tenía voz de abuelo tierno? Lo cierto es que es maravilloso escuchar su “Drume, drume, negrita, que tu mama ta en el campo, negrita…” o “Ay, mama Iné, Ay mama Iné…” Hermosas son las canciones de cuna, los arrullos, los divertimentos. Ojalá empiecen a oírse otra vez. Alienta mucho haber escuchado uno hermoso grabado recientemente por una artista joven y respaldado por un video más hermoso aún: Dormite, por Dios dormite, hacele caso a tu mama. Dormite, por Dios dormite, mañana tengo trabajo… En Venezuela tenemos muchos arrullos y canciones de cuna en las voces de mujeres de pueblo. Tenemos el desafío de recopilar, que deje de ser acto íntimo y se democratice.
Colectivo Trenzas Insurgentes
Entretejiendo ideas vamos armando un compromiso, entretejiendo historias nos damos cuenta que somos hermanas, que venimos de una casa grande donde las abuelas, las tías, las madres, son las mismas, aunque tengan diferente nombre, que el arrullo, la teta, los dulces, los cantos son los mismos aunque vivamos en diferentes lugares.
Enredadas en nuestra negritud, decidimos abrazarnos en un espacio que traduce seguridad, alivio, respeto. Esas son nuestras voces, las voces de las negras, porque somos todas en una sola, pero también en varias, en cada lugar estamos trenzando nuestras historias. Eso permitirá que todo el mundo nos vea, nos abrace y nos acompañe en los cantos, en las comilonas cargadas de coco y papelón, en los versos y sobre todo, que nos acompañen en las luchas para dejar de ser solo las señoras que están en las cocinas, o barriendo los pasillos, para dejar de ser solo las de los cuerpos voluptuosos, para dejar de ser las conflictivas o mentirosas…
Retomando la identidad
Y así hemos andado un trecho rearmando nuestra identidad para luchar desde lo que somos: mujeres negras, afrovenezolanas, afrodescendientes. Como “trenzadas” nos hemos propuesto “estimular y promocionar la experiencia familiar desde la afectividad afro: maternidades y paternidades, lactancia, arrullos, en este proceso de reconstrucción”.
Así es como nos encontramos, por ejemplo, con las décimas de Carmen María Castillo, la del caserío Las Martínez en Barlovento. Como madre afro, seguro tiene arrullos en su repertorio pero como los arrullos son parte de un acto íntimo entre la madre y sus hijos, lo que pudimos escuchar fueron sus décimas, precisamente una donde se confiesa cantadora de arrullos: Como buena paridora / Yo tuve diez muchachitos / Con su pelo apretadito / Lo peinaba con la aurora / Con mi garganta sonora / Una copla le cantaba / A veces lo adormitaba / Con un besito en la frente / Y en un canto de arrullo / Somos afrodescendientes.
Ojalá lluevan los arrullos
Sí, ojalá se pongan de moda y vuelvan las madres a comprender la importancia de esa conexión para los niños, la seguridad que transmite la voz, el encuentro, el amor, el saberse importante al menos para la madre pero también para el padre, para la familia. Hombres y mujeres nuevos queremos. Pues bien, hay que comenzar por niños y niñas queridos y queridas por su mamá para comenzar, por su papá, por su familia, por su entorno de vecinos. Así está en nuestra memoria. Recuperemos las cosas buenas que nos ayudan a ser buenas gentes. Hace falta. Este fin de semana: amor y más amor.
Fuente: Página Afros (Correo del Orinoco)