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Certificado Nobel de calidad neocolonial
Por: Reinaldo Bolívar
Siempre me llamó la atención el parecido sonoro de la marca NORVEN, creada en 1973 para certificar la calidad de los productos venezolanos que, dentro del marco del programa de sustitución de importaciones, competirían con los bienes comprados en el exterior, con el premio Nobel. Un amigo de los años 1990, del área de mercadotecnia, me dio una respuesta: “Identificación con el líder”.
Aquella fecha coincidió con el gran boom noticioso que provocó el rechazo del premio Nobel de la Paz por el negociador vietnamita Le Duc Tho. "La paz no se ha establecido realmente en Vietnam del Sur", dijo Tho en respuesta al galardón. "Bajo estas circunstancias, me es imposible aceptar el premio Nobel de la Paz de 1973, con el cual me ha condecorado el comité". El mundo crítico esperaba que también el asesor de seguridad nacional y negociador por EEUU Henry Kissinger rechazara el certificado. No lo hizo, prefirió el puñado de dólares del premio y la eventual fama que le daría. La guerra de Vietnam duró dos años más. Le Duc Tho sería uno de los grandes líderes de la victoria y de la reunificación del país. De Kissinger, en el área de la paz nadie ha escrito una línea a favor.
El premio Nobel parecía entrar a la paz de los sepulcros. Pero en los años 2000 se puso de moda la recolección de firmas para postular a personalidades al Premio Nobel de la Paz. Se postulan a presidentes, organizaciones, comités. Las listas de correos fueron bombardeadas por entusiastas que lanzaban la candidatura y pedían firmas. En actividades internacionales también aparecen los buscadores de apoyo para el Nobel, institución que por lo general no les para mucho, por millones que puedan ser. Siendo tal volumen de firmas más importante que el premio en sí, pues representa el reconocimiento de un gran colectivo hacia una persona o institución. Eso ya es todo un honor, porque los comités de los premios, en particular el Nobel de la Paz, se componen sólo de cinco personas.
QUÉ COSA ES EL NOBEL. Alfred Nobel, empresario que hizo gran fortuna con la dinamita, en su última voluntad dispuso que parte de ella se destinase a premiar personalidades que contribuyeran a las áreas de Física, Química, Medicina, Literatura y Paz. El premio Nobel de Economía fue posterior a su muerte. Nobel mismo decidió quiénes se encargan de seleccionar los ganadores para su premio que él dejaba pagado: La Real Academia Sueca de Ciencias, el Instituto Karolinska, la Academia Sueca de la Lengua y el Comité del Parlamento Noruego. Los premios Nobel se hicieron rápidamente famosos, obtenerlos significaba prestigio y dinero. Para un país cuyo nacional recibiera el galardón era una carta de presentación.
CLUB DE LOS NOBEL. Los laureados entraron en el olimpo de la sabiduría. En particular, los de la Paz son llamados como una suerte de árbitros o consejeros internacionales. Pareciera que las ciencias se dividen antes y después del Nobel. Hubo quien pidió que se dieran retroactivamente a los grandes de la literatura. Y quienes rumiaban su desilusión porque tal o cual personaje nunca se lo otorgaron. El Premio Nobel significaría el certificado final.
A QUIÉN NO LE GUSTA UN NOBEL. Si digo que a mí, me tocarían trompetillas, y ya estarán pensando que soy un aguafiestas porque vivo diciendo que todos esos premios han sido creados para certificar buenas conductas. Por supuesto que a veces sus otorgantes se lavan el rostro premiando una que otra vez a un indiscutible de las letras, de las ciencias o de la paz. Porque hay hombres y mujeres tan grandes que sus nombres son un prestigio para cualquier premio. Si bien, los hay tan inmensos como Mahatma Gandhi que ese tipo de certificado le queda enano, por lo que tal vez por eso nunca se les ocurrió otorgárselo, como tampoco se lo otorgó a tantos gigantes de la literatura suramericana que pueblan nuestras bibliotecas.
Al FRANCÉS JEAN-PAUL SARTRE, cuya sola mención reactiva las neuronas del conocimiento, lo intentaron censurar en 1964 con el Nobel de Literatura. Y ¡Oh Sorpresa! Lo rechazó. La Academia Sueca tembló, los ojos del mundo se desorbitaron. Los materialistas no podían creer que hubiese alguien capaz de refutar tal gloria para sí y su país, y menos quedarse sin aquel dineral. Jean-Paul sólo era consecuente con su lógica “el hombre está condenado a ser libre”. Sartre tenía claro que el Nobel significa la expresión más elegante del sistema del que él había escapado. Para quienes se desviven por esos premios del estatus, he aquí el rechazo escrito de Jean-Paul:
“Se trata aquí y así lo ha entendido todo el mundo, de una maniobra. No acuso a ningún miembro de la Academia Sueca de haber hecho una maniobra: son cosas que se producen casi objetivamente, ¿no es cierto? Pero considero que no es posible aceptar un premio que no es verdaderamente internacional, que es un premio del Oeste.
Ni se imaginaba Sartre que en 2018 ningún escritor recibiría el Nobel porque en la Academia Sueca hubo un escándalo sexual de novela con filtración de nombres de ganadores durante años. Menos aún que el nuevo requisito de entrada para aspirar a ese trofeo era ser de derecha. asi dijo:
Como para mí, precisamente, el verdadero problema reside en el enfrentamiento cultural del Este y del Oeste, la unidad en cierta medida contradictoria de ambas ideologías, su conflicto, su libre discusión, pienso que ese premio se dio de una manera que no me permitía aceptarlo, objetivamente”. Y más adelante dice: “Por consiguiente se creaba la impresión de que el premio se daba a un hombre de izquierda, pero se daba al mismo tiempo a un pequeño burgués”. Y remata: “¿Por qué no se me dio ese premio durante la guerra de Argelia? … para la época ya tenía bastante edad para recibirlo, mientras luchaba, junto a mis compañeros intelectuales, por la independencia de Argelia, contra el colonialismo… Si se me ofrece el premio en ese momento habría considerado oportuno aceptarlo, porque ello hubiera manifestado el apoyo de la opinión pública a la lucha por la independencia de aquella gran nación”.
Sartre da en el clavo “es un premio del Oeste”. Occidente ha cautivado al mundo colonizado culturalmente con sus certificaciones. Sus organizaciones valorizan si un patrimonio cultural es de la humanidad, si una persona es santa, si una obra científica es mundial, si una hazaña va a un libro de records.
LA MONARQUIA NORUEGA , un país que sin duda ha hecho buen uso de sus riquezas para el bienestar de su población, es la dueña del Nobel. La ruta del Nobel de la Paz 2025 se develó el 30 de agosto de 2025 cuando el gobierno noruego, que había sido uno de los buenos oficiantes del diálogo en Venezuela, publicó un comunicado lleno de “presunciones sobre los derechos humanos” sobre Venezuela, imposible de probar. De esa forma Noruega se desvinculaba de su papel a favor de la paz en Venezuela y tomaba partido directo por la oposición de ultraderecha del país, y ahora sin tapujos los certifica por sus actividades y le da su puñado de dólares.
Esta línea de Noruega tiene antecedentes también en China y Rusia. En 2010, el ganador fue Liu Xiaobo quien afirmaba que “Comparados con otros bajo la cortina negra comunista, no podemos llamarnos hombres de verdad”. Xiaobo arremetió sin pudor contra el Islam, alabó al estado sionista y no dudó en apoyar las invasiones de Israel y EEUU. Recuerda tanto a la oposición venezolana. En 2022 el comité noruego premió a la ONG internacional de derecha MEMORIAL a quien el estado ruso proscribió por demostrar que apoya actividades terroristas.Sobre la paz, algunos premios Nobel que han llegado al poder montados sobre este certificado han resultado amantes de la guerra, genocidas y golpes de Estado como Kissinger, Aung San Suu Kyi, Obama.
PERO NO SOLO ES EL NOBEL DE LA PAZ es cuestionado, largo sería traer a colación los increíbles galardones otorgados en el área de la medicina por falsos y perjudiciales descubrimientos como la lobotomía u opiniones racistas de sus ganadores sobre el SIDA o cuestionables omisiones a grandes descubrimientos en las ciencias.
Lo dejamos hasta aquí, con la convicción de que la bandera de los pueblos del Sur debe ser la descolonización, deslastrarse de todo ese imaginario cultural occidental que aún sigue signando conductas, aspiraciones y decisiones en nuestros pueblos.
Publicado por la Agencia Internacional del SUr - AiSUR


