El Festival de Jazz Plata 2025
El Festival Internacional Jazz Plaza conmemora este 2025 su edición 40 y, una vez más, reconocidos músicos foráneos, virtuosos cubanos radicados allende los mares o que continúan su carrera en la mayor de las Antillas confluyen sobre escenarios de La Habana, Santa Clara y Santiago de Cuba como expresión de la vitalidad de este género.
A finales de la década de 1970, Roberto Bobby Carcassés, fundador y presidente de Honor, tuvo la idea de crear el evento, cuya primera entrega fue el 14 de febrero de 1980, desde la Casa de Cultura de Plaza, en la capital de la isla, "y ya ven, hemos llegado a ser uno de los tres festivales más importantes de Cuba, junto al de ballet y al de cine".
El artista que pinta, compone, toca piano, tumbadoras, bajo y fliscorno, y canta refirió a Sputnik que la isla es un fenómeno cultural, "un misterio en el sentido de la vibración, atracción, belleza, y el sentimiento de los cubanos cautiva a los músicos; esta cita es una tradición porque nuestro país es una gran potencia del jazz".
En esta oportunidad el Jazz Plaza reúne a cerca de 400 artistas internacionales mayoritariamente de Estados Unidos, Italia y Colombia y más de 800 figuras nacionales, quienes intervienen en alrededor de 300 conciertos, sumado a espacios académicos como los coloquios en La Habana y Santiago, una agenda concebida desde el pasado 26 de enero y hasta el 2 de febrero próximo.
Internacionalización del Jazz Plaza
Fueron muchos los artistas estadounidenses que llegaron a Cuba en las etapas fundacionales y durante la consolidación del Jazz Plaza, desde el trompetista estadounidense Dizzy Gillespie quien desembarcó por primera vez en La Habana en 1977 hasta los saxofonistas Richie Cole y Steve Coleman, y el contrabajista Charlie Haden.
Esta edición que incluye una amplia lista de invitados procedentes de esa nación comprende un concierto tributo a la cantante Barbara Dane, fallecida el 20 de octubre de 2024, y considerada por su hijo Pablo Menéndez, guitarrista y director del grupo Mezcla, como "todo un símbolo de la amistad posible entre los pueblos y la música de su país y Cuba, incluido el jazz".
El también compositor y artífice de este tributo recordó a Sputnik que ella vino sola con su guitarra, sin los grandes jazzistas o músicos de blues con los cuales trabajaba en su tierra natal, "pocas personas se atrevieron a desafiar la prohibición de viajes del Departamento de Estado durante años, trabas que aún ponen esos gobiernos". Y, efectivamente, según expresó Menéndez, por viajar a la isla, desde su primera visita en 1966, enfrentó la censura en los medios de comunicación y los grandes festivales estadounidenses.
No obstante, "para Cuba fue importante que cantara jazz, blues, rock y el folclore de sus orígenes en todos los espacios del país, porque la joven Revolución Cubana que había triunfado en enero de 1959 dejaba claro con esto que el pueblo y la música norteamericana no eran los enemigos de la isla, sino expresión de su alma", afirmó.
Menéndez evocó que, durante aquella primera visita, Dane invitó a su concierto a grandes figuras como Carlos Puebla, los decimistas Justo Vega y Adolfo Alfonso, la cantante Elena Burke y el pianista de jazz Frank Emilio Flynn.
"Conoció ávidamente la cultura cubana y compartió con artistas del folclor, entre ellos, Los Muñequitos de Matanzas, incorporó a su repertorio temas como Cuba qué linda es Cuba y Hasta siempre comandante, y en los Estados Unidos ayudó a la difusión de los ritmos menos conocidos de la música cubana", indicó.
De ahí que, en consideración del entrevistado, "fue la primera artista internacional en apoyar nuestro festival Jazz Plaza, y realmente su participación fue significativa para la propia supervivencia del evento".
Durante su primera presentación en esta cita jazzística la secundó una banda dirigida por Armando Romeo, el mismo que acompañó al cantante y pianista estadounidense Nat King Cole, conocido como el rey del swing, en el Cabaret Tropicana, 20 años antes. Luego, en 1981, concurrió con su hijo, quien por entonces tocaba también con un grupo de jazz del músico Nicolás Reinoso.
Menéndez cuenta que Dane nunca se encerró en definiciones de géneros musicales. En la tradición de llevar canciones a las manifestaciones contra el racismo y la guerra, cantó con todos, entre ellos, Pete Seeger y el muy joven Bob Dylan, para decenas de miles de personas, luego de su censura en los festivales y la televisión.
"Este festival, nuestro Jazz Plaza, empezó tan chiquito y modesto cuando muchos pensaban que era imposible y ahora es uno de los más grandes, diversos, relevantes y de accesibilidad popular en el mundo. También resulta una muestra fehaciente de que vive el espíritu de Barbara Dane", concluyó.
Súper Danzones a ritmo de jazz
El espectáculo Súper Danzones de Cuba y más… mostró diversidad de géneros de la música tradicional cubana fusionados con el jazz, una presentación concebida por el reconocido pianista de la isla Rolando Luna valorado como el mejor de su generación de conjunto con la Orquesta Sinfónica Nacional dirigida en esta oportunidad por el maestro Joaquín Betancourt.
Justo el día de la inauguración del Jazz Plaza, el domingo 26 de enero, el escenario de la Sala Covarrubias del Teatro Nacional se prestigió, asimismo, con artistas invitados como: el laudista Barbarito Torres y las cantantes Annys Batista y Olvido Ruiz Castellanos, radicada en Alemania e hija de Yaquelin Castellanos, conocida como "La dama del son".
Previo a este espectáculo, Luna confesó a Sputnik que sería un "concierto especial". Y lo fue. Sobre todo, porque resultó la concreción de un sueño. Antes de llegar a La Habana, este tributo al ritmo creado por el compositor matancero Miguel Failde, tuvo su estreno en Chipre gracias a una invitación del embajador de la isla en Nicosia, Ángel Gustavo Suárez.
"Toqué con la Orquesta Sinfónica de ese país y fue un éxito total", confesó este músico defensor de la existencia de un jazz cubano y significó que, en su presentación, estuvieron las enseñanzas de los pianistas Frank Emilio Flynn y Rubén González, también un concepto similar a las descargas que hacían las cantantes Elena Burke y Omara Portuondo.
"Es una manera de hacer música cubana improvisada con jazz, espontaneidad y libertad. El sonero es un jazzista por excelencia. El jazz a la manera cubana son también nuestras raíces, ritmos, rimas y la poesía de las décimas. Por eso la necesidad de un tributo a mis maestros, los estilos autóctonos y sus exponentes: Chico O`Farrill, Mongo Santamaría y Chano Pozo, algunos de ellos emigraron, se mezclaron con grandes músicos americanos y crearon cosas nuevas", reseñó.
Respecto a la relevancia del Jazz Plaza dentro de su carrera Luna afirmó que es "todo, mi formación e inspiración, pues, "antes de pensar en estudiar música, venía a los festivales y pasaba mi cumpleaños, que es en febrero, dentro de los teatros y con los amigos del barrio veíamos las orquestas populares en la Casa de Cultura de Plaza".
Luego "se metió el bichito, comencé a estudiar el instrumento y, sin querer, el género se te queda impregnado. Cuando empiezas a crecer, ver esos artistas y pianistas, entonces quieres ser como ellos. Eso te marca tu vida y lo asumes como una meta. Por tanto, el Jazz Plaza representa mi camino a seguir y respetar el legado de todos estos grandes instrumentistas", concluyó.
Simbiosis del jazz con las artes plásticas
Otro de los aciertos de este evento es el vínculo entre las artes. Este año, la obra Jazz de la versátil Zaida del Río, Premio Nacional de Artes Plásticas 2023, conformó el cartel del evento y la identidad visual de esta edición.
De acuerdo con la artista, ambas manifestaciones "traen imaginación, belleza, simplicidad y complejidad”, y según apuntó a Sputnik se inspiró para la conformación de la misma en ese género, sumado a otros ritmos y composiciones que acostumbra a escuchar durante su proceso creativo, "he estado en festivales, sesiones y conciertos (de jazz), es parte de mi vida".
Sobre el encargo de esta obra reconoció que "significa algo muy grande y hermoso", pues "nunca imaginé que haría algo así sobre el jazz". La virtuosa no solo en las artes plásticas, sino además en un amplio diapasón artístico confesó nunca haber pintado saxofones, trompetas u otros elementos recogidos en la pieza que distingue al Jazz Plaza de este año.
"La verdad es que sí me movió a un mundo que yo no pensaba que iba a reproducir en imágenes, y eso es muy bueno para mí como artista", aseguró.
Incluso, Zaida mide los tiempos de trabajo por la duración de un disco y tiene un fonograma propio titulado De mi padre lo aprendí, con 10 temas cantados por ella.
Pero, en el caso puntual de Jazz, la autora quiso representar su alegría y diversidad, además, de "el estallido de emociones que sucede cuando uno va a un concierto y escucha una pieza".
Fuente: SPUTNIK
Publicado por AiSUR
Premio nacional de periodismo necesario Anibal Nazoa 2020