La autora antillana Maryse Condé falleció anoche en Vaucluse (Francia) a los 90 años. La escritora, que fue una activista contra la esclavitud y el racismo, ganó el Premio Nobel Alternativo en 2018, escribía sin artificios, sin maquillaje, como el título de una de sus novelas porque fue una apasionada de la verdad.
Dicha intelectual fue autora de más de una treintena de obras, en las que ingresó en los fantasmas de la diáspora negra, el colonialismo y las luchas de las mujeres. Su literatura ha estado marcada por la herida de la esclavitud, el dolor y la alegría de estar viva, luces y sombras que ha reflejado en sus novelas porque era una mujer “que decía y escribía lo que pensaba”, sostiene la traductora al español de sus obras, publicadas por Impedimenta.
Así lo asegura su traductora al español, Martha Asunción Alonso, que destaca cómo las obras de Maryse Condé eran una literatura sin fronteras, como lo fue su vida.
Nacida como Maryse Boucolon el 11 de febrero de 1934 en Pointe-à-Pitre (Guadalupe), estudió en París y se doctoró en la Sorbona en Literatura Comparada. Tras su graduación fue profesora en Guinea, Ghana, Senegal y Mali, donde se desarrolla su saga Ségou (1985).
En 1985 obtuvo una beca Fulbright para enseñar en Estados Unidos y fue docente durante décadas de literatura francófona en varias universidades americanas, en especial en la Universidad de Columbia de Nueva York, hasta su jubilación en 2005.
Retomó el relato de su vida en París, con un embarazo accidental y el abandono del hombre al que amó, y que la llevó a vagar por distintos países de África en busca de esa identidad que ya empezaba a entrever con el descubrimiento de la negritud.
Su fiel traductora al español expresaba que ella no escribía en francés ni en criollo, lo hacía “en Maryse Condé”, un estilo “inimitable, apasionante” (y también difícil de traducir, reconoce), lleno de ritmos y músicas de esta mujer nómada. Y, debido a los países en los que vivió, su literatura no tenía fronteras.
Además de los fantasmas de la esclavitud, la diáspora negra y el colonialismo, las mujeres luchadoras son protagonistas de sus novelas: “en todas hay mujeres fuertes, mujeres junco, aunque sufran huracanes o múltiples violencias nunca se quiebran y resisten”, aseguro su traductora.
En 1987 recibió su primer galardón literario, el Grand Prix Littéraire de la Femme, por su segunda novela: Yo, Tituba, la bruja negra de Salem (1986), que sumaría a otros galardones esta escritora, cuyo nombre sonó en muchas ocasiones para el Nobel de Literatura.
En 2022 fue investida doctora honoris causa por la Universidad de Murcia (sureste de España), y en su discurso denunció los desprecios que su madre tuvo que sufrir a lo largo de su vida por ser negra y mujer.
La escritora sufría una enfermedad genética degenerativa que la obligaba a moverse en silla de ruedas y casi no tenía visión. Aún así, seguía escribiendo con la ayuda de su marido, quien transcribía todo lo que ella iba dictando y de ese modo nació su última novela, El evangelio del nuevo mundo, publicado en 2021.
Fuente: Infobae
Publicado por AiSUR
Premio Nacional de Periodismo Necesario Anibal Nazoa 2020