por Alain Valdés Sierra
La Habana, 6 ago (Prensa Latina) Bolivia celebra hoy el aniversario 195 de la Declaración de su Independencia en medio de una profunda crisis política, económica, social y sanitaria. El país suramericano, que fuera un referente de estabilidad y progreso durante 14 años gracias a la gestión del Movimiento al Socialismo (MAS) y el presidente Evo Morales, tiene poco para festejar a casi 10 meses de ver roto el hilo constitucional producto de un golpe de Estado.
EL vacío dejado por Morales al verse obligado a dimitir fue llenado por un gobierno de facto que ha conducido al país por el camino de la privatización, el endeudamiento y el retroceso en materia de políticas sociales.
Durante los gobiernos del MAS la economía boliviana creció a un ritmo sostenido superior al 4 por ciento anual, progreso nunca antes visto en la región, además el Producto Interno Bruto (PIB) del país ascendió de 9 mil 574 millones de dólares al cierre del año 2005 a 40 mil 581 millones al término del 2018.
Dicho crecimiento tuvo un impacto directo en la sociedad boliviana al ascender su renta per cápita en un 248 por ciento, aumento evidente en la disminución de los índices de pobreza y pobreza extrema, la entrada de unos tres millones de ciudadanos a la clase media, y las inversiones en la salud, la educación, y la infraestructura vial, entre otros. Sin embargo el gobierno de facto presidido por Jeanine Áñez retrocedió en todos esos
indicadores y culpa de ello a las administraciones anteriores, en especial a las del MAS.
El Banco Mundial estima que al término del 2020 la nación andino-amazónica sufrirá una contracción de 6 al 8 por ciento de su PIB, mientras la deuda externa asciende al 57,6 por ciento de ese indicador, en parte por los desembolsos solicitados el Fondo Monetario Internacional.
A la difícil situación económica se agrega la profunda crisis social que vive el país desde el golpe de Estado de noviembre de 2019 con la polarización entre sectores progresistas y afines la MAS, y una derecha radical que promovió la ruptura de la constitucionalidad y ahora muestra no saber gobernar.El caos marcado por la represión armada, la muerte de manifestantes pacíficos, la criminalización de los líderes y seguidores del MAS, el abuso de poder, la corrupción y una intensa privatización del recursos del país ha dado al traste con la esperanza de elecciones para retornar a la normalidad.
Áñez y su gabinete con el apoyo de otros poderes se las han ingeniado para una y otra vez postergar el proceso que de acuerdo con varias encuestas tendría a los candidato del MAS como vencedores. Las esperanzas de la derecha boliviana están atadas de manera desesperada a la Covid-19, enfermedad que si bien causa estragos entre los bolivianos ha oxigenado las aspiraciones electorales de los rivales del MAS al ser el pretexto perfecto para aplazar las votaciones.
Pero sindicatos, organizaciones sociales y estudiantiles han tomado las calles para exigir el respeto al calendario electoral y mantener los comicios el 6 de septiembre y no el 18 de octubre como de manera unilateral decidió el Tribunal Supremo Electoral (TSE).
Con bloqueos a importantes vías de comunicación del país, entre otras acciones, los bolivianos hacen valer su voluntad y todo parece indicar que las acciones se prolongarán tras el fracasado intento de diálogo entre el TSE y los líderes de la Central Obrera Boliviana.
La Covid-19 ha agravado la crisis en Bolivia y demuestra una vez más la ineficiencia del gobierno de facto que a pesar de emplear el 13,7 por ciento (cinco mil 800 millones de dólares) del PIB para enfrentar la pandemia reporta más de mil nuevos casos diarios para un acumulado de 85 mil 141 positivos a la enfermedad y 3 mil 385 fallecidos.os Radio Televisión.
Fuente: Presna Latina
Publicado por AiSUR
Premio Nacional de Periodismo Necesario Aníbal Nazoa 2020