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En el siglo XVI se inició formalmente el tráfico de seres humanos esclavizados hacia América, pero también la resistencia por la vícitmas a tan horrible empresa. El trato inhumano que recibían fue motivo de numerosas sublevaciones a la brutal dinámica económica y social a la que estaban sometidos.
Cumbe, quilombo, palenque, cualesquiera de estas denominaciones que se usan según el país (por ejemplo en Brasil quilombo, Colombia palenque, Venezuela cumbé) son expresiones de la lengua africana de raíz bantú.
Un cumbe puede definirse como la forma de organización de un pueblo para vivir con sus propias normas, modo de producción, defensa y dándose sus autoridades . Un cumbe es una ciudad estado en toda la expresión política de la palabra, considerándose cada persona como ciudadano, como ciudadana.
En Nuestra América, los cumbe surgieron como una manifestación, como una expresión de la aspiración de soberanía, de autogestión, de autodeterminación y de crecimiento de los pueblos
que buscaban la libertad. Libertad con organización, libertad con determinación, con objetivos soberanos. El cumbé entonces contiene esos elementos de las culturas africanas que partieron de la anarquía hacia la comunidad organizada. En la actualidad el concepto en ese estricto sentido no se aplica, sin embargo de él se ha heredado su esencia organizacional que se expresa en los movimientos sociales, como en las comunidades, que bien pueden llamarse cumbe para ser más originarios. Porque la comuna es de un origen francés reciente, del siglo XIX, mientras el cumbé tiene origen en lo ancestral, muchos siglos antes (Reinaldo Bolívar, 2024).
Una de las maneras de librarse del azote de la esclavitud era huir al monte, es decir, a la selva, a la montaña, bosque adentro. Quienes lograban escapar formaban poblados en parajes ocultos. Los blancos los llamaban “cimarrones”, la misma palabra que usaban para referirse al ganado salvaje o que se escapaba de los potreros. En los cumbes se recreaban los modos de vida propios de África. Aquella liberación era también una forma de volver a su tierra.
Vidas y lugares propios
Tradicionalmente, se ha hecho ver que las rebeliones negras fueron inconsistentes, sin mayor significación ni trascendencia. Se ha llegado, a la ligera, a calificarlas como acciones sin propósito alguno o como bandas delictuales. Pero lo cierto, es que el intento por establecerse en territorios libres iba ligado a la práctica de modos de vida que tenían nombre propio y estructura.
En el caso de Brasil se les conoció con el nombre de quilombo (campamento) y mocambos (choza). En Colombia, palenque y en Venezuela, cumbes y rochelas. A los liberados les ponían nombres de acuerdo al lugar donde estuvieran. En las islas del Caribe se les llamaba mambises, palabra que más tarde pasaría a significar libertad.
Estos espacios estaban constituidos no solo por esclavizados negros sino que también contaban con la presencia de indígenas, pardos y hasta blancos pobres, todos sometidos de alguna u otra manera a un sistema social y económico que les resultaba insoportable y veían en el cumbe la esperanza libertaria.
En muchos de los casos, las rebeliones contaron con el apoyo de indígenas que no formaban parte del cumbe, pero que como habitantes de las zonas aledañas a este y en muchas oportunidades por estar identificados con la causa negra, facilitaron refugio, insumos e información respecto de la posición de los perseguidores. Tal es el caso de los iindígenas tomusa (Barlovento) y los jirajaras (zona de Yaracuy).
Al correrse el rumor en las haciendas de la fundación de un cumbe, comenzaban a cobrar fuerza las expectativas de fuga. Lo cierto es que las sublevaciones de negros y la proliferación de estos asentamientos ponían en grave peligro la economía colonial, dado que esta ependía en gran medida de las actividades comerciales que tenían como base el trabajo esclavo, como las plantaciones de caña de azúcar y las haciendas productoras de cacao, añil y café, por tanto, para los esclavistas era vital, económicamente, destruir aquellas ciudades autónomas.
Aún cuando relacionemos cumbes con rebeliones es importante aclarar que no siempre estos poblados constituyeron centros de resistencia armada. Su organización, en la mayoría de los casos, obedecía a la necesidad de establecer espacios de convivencia alejados de la esclavitud. Sin embargo, estos nuevos poblados sí colaboraron refugiando y alimentando a los negros cimarrones que formaban partidas guerrilleras.
Estas huidas y rebeliones llevaron a la creación de reales cédulas (disposición legal de la Corona) que contemplaban los más crueles castigos a los insurrectos. El cepo, la maza, la mutilación de piernas y orejas, una marca a hierro candente en la frente, azotes, horca, rústicas máscaras de metal y en el mejor de los casos, el fusilamiento. La muerte era preferible a seguir bajo tan ignominiosa forma de vida.
La vida en el cumbe
Yuca, caraotas, ocumo, mapuey, plátanos, maíz, auyama y algunos animales provenientes de las haciendas de los amos, la caza de chigüires, iguanas y dantas, conformaban la mesa del cumbe. se aprovechaban al máximo los frutos que se daban naturalmente en la selva, tales como la guayaba, el mamón y el jobo. Parte de esta dieta está presente en nuestra gastronomía tradicional.
Estos métodos de subsistencia contemplaban también el contrabando, específicamente del cacao, ante la imposibilidad de desarrollar una actividad económica estable que garantizara el mantenimiento de las familias en el nuevo poblado, debido a las probiciones y la persecusión realista.
Pudiéra hablarse de un esquema mixto que por un lado desarrollaba actividades agrícolas y recolectoras y por otro se optaba por el despojo a los esclavistas y el contrabando, todo con el fin de garantizar la vida en el cumbe.
Pero la dinámica social no era precisamente la que pudiéramos imaginar en un vecindario actual, recordemos las condiciones bajo la cuales se formaban estos pueblos libres. Un cumbe podía llegar a tener hasta 100 integrantes, todos identificados con una necesidad vital: la libertad. No obstante, podían vivir con un mínimo de comunicación entre una vivienda y otra. Lo verdaderamente significativo era la colaboración a través del trabajo y de la preservación de la paz y el respeto, importantes aspectos humanos de los que habían crecido durante el cautiverio.
Algunos Cumbes en Venezuela
El Cumbe de Buría
Las minas de Buría, en el estado Yaracuy, es el espacio donde se radica la legendaria historia del Negro Miguel y su esposa Guiomar quienes iniciaron un reinado cimarrón alrededor del año 1533, cuando se alzaron contra el esclavista español.
La primera revolción afro-indígena en Venezuela y de la organización del primer cumbe o Ciudad-Estado fue fundado por Miguel de Buria, en la cual se proclamó rey para dar un mensaje a España de que no aceptaban un gobierno extranjero en estas tierras que a través de él, tenía su máxima autoridad, nunca por debajo de ningún monarca extranjero.
Mango de Ocoita
En la región de Barlovento, específicamente en el municipio Acevedo del estado Bolivariano de Miranda, se encuentra un pequeño y cálido pueblo llamado Mango de Ocoita, ubicado aproximadamente a 19,84 Km de San José (Barlovento) municipio Andrés Bello y a 19,96 Km de Mamporal (Buroz) a 39 metros sobre el nivel del mar.
Ell cimarrón Guillermo Rivas, durante los años 1768 a 1771, se opuso junto a sus legendarios cimarrones a la esclavitud, a la explotación y al saqueo de las tierras y sus productos, principalmente del cacao, por parte de hacendados europeos establecidos en la zona.