Son conocidas como zungueiras, nombre acuñado para las vendedoras en las calles de Angola. Sin importar la edad y desde muy temprano, miles llevan sobre sus cabezas la más vital de las cargas: el sustento familiar.
Para los visitantes es curiosa la facilidad con que estas humildes mujeres, sin ayuda, trasladan maderos, baldes o un enorme recipiente con frutas o misceláneas de cocina. Junto a esos productos, también llevan a veces un hijo a las espaldas. Cual laboriosas hormigas, las vendedoras inundan las calles de cualquier ciudad de Angola, donde todo se vende o se compra.
Paula, una fornida joven de 30 años, comenta que las desempleadas encontraron en el comercio informal una solución decorosa para el sustento de la familia, “aunque no pagamos impuestos”. Tal fenómeno no resulta exclusivo de Angola: en casi todos los países, en particular de África y Asia, la creciente fuerza de trabajo informal no tributa.
Por ese motivo, las vendedoras ambulantes tienen dividida a la sociedad. Algunos no aprueban sus faenas; otros la justifican porque es para alimentar a la familia. La socióloga Helena Guerra reclama analizar el contexto histórico y sociológico de esa labor marginal, pues el país sufrió un largo conflicto que costó la vida a muchos hombres, y la mujer tuvo que asumir los dos papeles.
Guerra confronta esa actividad con la que asumieron mujeres en el pasado colonial de vender pescado y frutas en calles y plazas. “Tienen exactamente el mismo papel social. Son madres y amas de casa. Como en la época colonial: vender para apoyar a la familia y ser capaz de pagar la educación de sus hijos”.
La Organización de Mujeres Angoleñas elogia a estas comerciantes, las califica de heroínas cotidianas y ha condenado la violencia contra ellas por parte de agentes policiales y organismos fiscales. Basado en estudios, se asegura que las personas pueden transportar carga de hasta un 20 por ciento de su peso corporal sin gastar energía extra. Teniendo en cuenta tales indagaciones se definió que mujeres u hombres, que desde niños trasladan bultos arriba de su testa, desarrollaron un “tipo de paso arte al caminar”, el cual resulta un tercio más eficiente del utilizado por sus congéneres.
¿Es una práctica antiquísima o una necesidad?, Paula responde: “Las dos tienen que ver. Desde pequeña vi a mi familia cargar en la cabeza madera, animales, baldes y recorrer kilómetros. No había transporte y se buscó la mejor forma de traer a casa el sustento”.