En las ardientes arenas del desierto de la actual Sudán, los antiguos nubios levantaron un poderoso imperio cuyos reyes y reinas construyeron magníficos templos. Su culto religioso a los muertos ya incluía la práctica de la momificación y la sepultura en tumbas en forma de pirámide. Una civilización floresciente cuya lengua no ha podido ser descifrada todavía.